martes, 22 de abril de 2014

Escribiré.

Escribiré para llenar mares, escribiré hondo, pueden faltarme palabras para describir mis emociones pero al menos escribiré sintiendo.

Podré expresar mis peores pesares, podré hacer que mis letras sientan la podredumbre con la que me hostigo. Pero jamás dejaré mi tinta.

Y claro, también podré hacer que el papel se queme por escribir de pasiones y de amor, pero seguiré con mi mano firme en mi sentir.

Y así como el papel y la tinta me acompañan en mis sentimientos, nunca podré dejarte a ti, no podría dejar a mi mayor inspiración. A mi amor.

lunes, 21 de abril de 2014

Ridículo animal interno.

Es cansado, ¿cierto? Seguir dejando que retornen esos recuerdos. A veces, te puedes sentir como si estuvieras convulsionando. Te sientes a ti mismo, a esa alma tan ardiente de pesares y carente de cariño, a tu animal fiero, el que se oculta dentro de ti, el que con risa cretina despedaza, perfora y humilla dichosamente tu pecho, tu ser.

Me siento atrapada en un espejo, no miro más que el reflejo del miedo, de la desesperación, la ansiedad y el pánico. Absurdamente me intimido ante mi enemigo interno, lo dejo ganar, pensamiento tras pensamiento, lágrimas, gritos, movimientos de manos nerviosos. Vuelve a triunfar.

Máscaras en todas las emociones, agujeros fugaces de apariencias. ¡Cómo deseo vaciarme, dejar salir la maldita autodestrucción, la locura y la soledad!

Tú, mi querido animal de odio, mi enemigo interno, deja de saborear mi dolor. Deja de escupirme tu crueldad. Duplicidad enfermiza, deja de acogerte en mí.

Las cicatrices no funcionan, él necesita nuevas heridas…

domingo, 20 de abril de 2014

Somos más.

Somos partes pequeñas. Él me une hacia su ser, yo confundo su razón.

Somos volubles al respirar nuestro amor, somos volubles si nos envolvemos de nuestros sabores, de nuestros abrazos. Convertimos cada beso en un universo, tranquilo, imperturbable. Unimos caricias como constelaciones, rozar nuestros labios y mirarnos a los ojos se convirtió en lo más cercano que se tiene para alcanzar una estrella.

Somos un estallido en cada fijación. Los susurros en el oído se volvieron la mejor comunicación. Nos evaporamos al tomar nuestras manos. Lo sabemos todo si estamos juntos.

Somos tormentas. Resbalamos, gritamos, nuestro temperamento se puede apoderar de nosotros pero volvemos a amarnos. Cada dificultad la destruimos. Sabemos que somos capaces de lo inexplicable.

Somos una vida. Porque si de amor se trata nos apoderamos de galaxias, viajamos en cada palabra dicha con una razón, con innumerables sentimientos, con vastos deseos y brazos queriendo apoderarse del otro.

Amo lo que él es y realmente amo excesivamente lo que somos.


Me parto entre temores.

Me parte la duda, me parte tu presencia, me parte cada sentimiento que me haces sentir.
No se puede decir que me llenas. Todo amor se vuelve momentáneo. Te puedo decir que toda va bien, te puedo afligir con una sola palabra frígida, puedo estallar en tu mente, dar círculos y jamás parar la angustia.

Escurro entre calvarios. Mi mente es lo único que puede hacer; extender la ansiedad. Me arriesgo ante ti, no puedo ofrecerte mucho, mis temores te abrazan y te arrastran hacia mí.
¿Coraje y dolor? No te los puedo demostrar, sin embargo, alimentas a mis monstruos.

Te quiero y te hago sufrir, esa es la peor parte.

Un pasado esfumado.

De nuevo aquí, extrañando lo anterior a mí. Sigue y sigue avanzando monstruosamente el segundero. La gotera del lavamanos hace más grande su sonido, su eco, tratando de avisar que rápidamente todo se esfuma.

¿Cómo puede ser? Sigo añorando mis años inocentes, las largas risas en un hogar, el caluroso afecto que se siente al expresar un “te quiero”, uno sincero, de esos que sólo son pocos a lo largo de la vida, que no se deben de desperdiciar con palabras secas, sino devolver todo el cariño que esta palabra encierra.

Pero como buen ser humano, algún día llegas a la punta de la montaña y allí te quedas. Sin hacer nada. Sólo pensando, pensando en cómo pudiste dejar que los buenos y más mejores momentos se te escaparan así de rápido.

Cuando cerraste los ojos se construyó la pesadilla, y, ahora, al tenerlos abiertos la vives con amargura y dolor, como un letargo mortal.