Es cansado, ¿cierto? Seguir dejando que retornen esos recuerdos. A
veces, te puedes sentir como si estuvieras convulsionando. Te sientes a
ti mismo, a esa alma tan ardiente de pesares y carente de cariño, a tu
animal fiero, el que se oculta dentro de ti, el que con risa cretina
despedaza, perfora y humilla dichosamente tu pecho, tu ser.
Me siento atrapada en un espejo, no miro más que el reflejo del
miedo, de la desesperación, la ansiedad y el pánico. Absurdamente me
intimido ante mi enemigo interno, lo dejo ganar, pensamiento tras
pensamiento, lágrimas, gritos, movimientos de manos nerviosos. Vuelve a
triunfar.
Máscaras en todas las emociones, agujeros fugaces de apariencias.
¡Cómo deseo vaciarme, dejar salir la maldita autodestrucción, la locura y
la soledad!
Tú, mi querido animal de odio, mi enemigo interno, deja de saborear
mi dolor. Deja de escupirme tu crueldad. Duplicidad enfermiza, deja de
acogerte en mí.
Las cicatrices no funcionan, él necesita nuevas heridas…
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