lunes, 21 de abril de 2014

Ridículo animal interno.

Es cansado, ¿cierto? Seguir dejando que retornen esos recuerdos. A veces, te puedes sentir como si estuvieras convulsionando. Te sientes a ti mismo, a esa alma tan ardiente de pesares y carente de cariño, a tu animal fiero, el que se oculta dentro de ti, el que con risa cretina despedaza, perfora y humilla dichosamente tu pecho, tu ser.

Me siento atrapada en un espejo, no miro más que el reflejo del miedo, de la desesperación, la ansiedad y el pánico. Absurdamente me intimido ante mi enemigo interno, lo dejo ganar, pensamiento tras pensamiento, lágrimas, gritos, movimientos de manos nerviosos. Vuelve a triunfar.

Máscaras en todas las emociones, agujeros fugaces de apariencias. ¡Cómo deseo vaciarme, dejar salir la maldita autodestrucción, la locura y la soledad!

Tú, mi querido animal de odio, mi enemigo interno, deja de saborear mi dolor. Deja de escupirme tu crueldad. Duplicidad enfermiza, deja de acogerte en mí.

Las cicatrices no funcionan, él necesita nuevas heridas…

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