lunes, 22 de diciembre de 2014

Ya no me ama.

¿Qué es ser feliz con alguien?
Al parecer la felicidad al lado de alguien debe durar el resto de tu vida, encuentras a la persona que crees ideal, el brillo de sus ojos es distinto, lucen como si fueran a dar una guerra para poder ver a esa persona por lo menos 5 segundos al día.
Al final, al estar juntos todo se vuelve uno mismo. Al instante en que te despiertas, en ese primer segundo de tu día deseas tener enfrente a esa persona. Todo es dulzura antes de llegar los 365 días juntos.

El siguiente paso es aguantar a su monstruo, a su querida monotonía. Él empieza a ver tus imperfectos como los peores errores jamás cometidos por algún ser humano. Tus errores ya no son bellos y ya no es algo característico de ti, ahora son manchas en tu ser, las cuales quisieras borrar. Los cariños, los desvelos, las huidas de casa sólo para verla ya no valieron tanto la pena después de un rato, todo se esfuma con sus perjuicios.

Su cambio duele, duele su egoísmo de querer ser el mundo en mi mundo que el derrumba.
Llega el momento de cuestionar las palabras, ¿todo fue mentira? ¿Me miente todavía?
Quiero jurarte que estaré bien toda mi vida pero la peor parte es que llegaste en mi momento más equivocado. Estoy asustada al dejarte, estoy asustada porque también me dejaré a mí. Espero que mi camino se mueva en la dirección correcta, espero que puedas volver a leer mis ojos diciéndote que odio en lo que te estás convirtiendo.


 Espero y que algún día entienda que desde el momento en el que ya no me aceptaste con todo lo que soy ya no me amas. 

domingo, 6 de julio de 2014

Soy de odio.

No trato de decir que soy la única. No deseo dar a entender que soy la única rota. Somos muchos. Demasiado pequeños para sentirnos las estrellas negras del Universo.


Trato de comprender cada palabra turbia y llena de odio hacia mí misma. El miedo lo llevo sobre mí y todos lo notan. Carcomo la felicidad, exploto la alegría ajena para convertirla en mía pero la desplomo. Junto a mí es difícil que seas feliz. Lucho poco para volver a resbalar. He inventado maneras de ocultarme con miradas tenues, sonrisas pálidas y nudos en la garganta.
Muy sola y demasiado acompañada. Soy el conjunto de monstruos de una infancia.  Me asusto, lloro, me corto, me destruyo,  me aborrezco. Y puede ser que esté así todo el tiempo.



martes, 24 de junio de 2014

Encerrada en la melancolía.

Esa sensación, esa lúgubre sensación de estar  en un rincón y no soportar ni una mínima sacudida de fatiga. Vuelvo a ser mi propio pañuelo, no es que lo quiera pero sigo bañándome en fracasos, sigo rasguñando y golpeando las heridas.
Vuelvo a vomitar llanto. ¿Qué se pude hacer al lado de la melancolía? Sólo intentar no gritarle a mi sombra irritada y hastiada.
Espero no estar bendecida por la prisión del dolor, no es mi intención sentirme derrotada. No ambiciono palabras acogedoras porque éstas con facilidad salen volando. En cambio, escurro mis emociones, cualquier sensación la transformo con tinta y papel. Visto en letras mis miedos y mis efectos, no hay mejor cura que escribir.
Pero algún día no tendré miedo… me revelaré y dispararé a mis recuerdos.

jueves, 12 de junio de 2014

Te extraño un poco.

Hola. Te sigo extrañando. Si te besaba despacito era porque no quería despegarme de tus labios. Me hablabas al oído ¿recuerdas?, tus palabras eran dulces suspiros cálidos ¿hacia dónde fueron? Juntos tomábamos grandes papeles, éramos niños, éramos maduros, éramos divertidos, éramos depresivos, éramos felices, éramos uno solo, lo éramos todo.
Oye, extraño tus manos ¿por qué soltaste mi mano si todavía necesitaba tu apoyo? Extraño tus brazos que me daban amor ¿por qué dejaste de abrazarme si aún sentía frío?
No te dejaba porque eras mi favorito. Creí tener la obligación de intentar, continuar. No quería arrepentirme, te quería tener a mi lado para no extrañarte. Pensé en el dolor.
¿Sabes? Me duele el “te amo” roto y resbaladizo, lo llevo en mi cabeza, lo llevo en mi alma y me apuñala, lleva pequeñas promesas en las esquinas y me cortan los sentimientos, me lastiman, me asustan.
Las horas avanzaban corriendo con horror, con gran fluidez; el tiempo fue egoísta, no me dejó confiar en ti. Sinceramente, nunca fui tuya.
No te odio. Después de todo viví las mejores páginas de un amor con neurosis, una tragedia romántica y apestosa. Salimos vivos de oscuros abismos con la espalda rota y la soledad devorándonos, todo en conjunto le solíamos llamar “amor”.
Un último adiós es lo que tengo que asimilar.
Dejaré de cargar con las cenizas de un bello tesoro que dolía y sabía a decepción.

miércoles, 4 de junio de 2014

martes, 22 de abril de 2014

Escribiré.

Escribiré para llenar mares, escribiré hondo, pueden faltarme palabras para describir mis emociones pero al menos escribiré sintiendo.

Podré expresar mis peores pesares, podré hacer que mis letras sientan la podredumbre con la que me hostigo. Pero jamás dejaré mi tinta.

Y claro, también podré hacer que el papel se queme por escribir de pasiones y de amor, pero seguiré con mi mano firme en mi sentir.

Y así como el papel y la tinta me acompañan en mis sentimientos, nunca podré dejarte a ti, no podría dejar a mi mayor inspiración. A mi amor.

lunes, 21 de abril de 2014

Ridículo animal interno.

Es cansado, ¿cierto? Seguir dejando que retornen esos recuerdos. A veces, te puedes sentir como si estuvieras convulsionando. Te sientes a ti mismo, a esa alma tan ardiente de pesares y carente de cariño, a tu animal fiero, el que se oculta dentro de ti, el que con risa cretina despedaza, perfora y humilla dichosamente tu pecho, tu ser.

Me siento atrapada en un espejo, no miro más que el reflejo del miedo, de la desesperación, la ansiedad y el pánico. Absurdamente me intimido ante mi enemigo interno, lo dejo ganar, pensamiento tras pensamiento, lágrimas, gritos, movimientos de manos nerviosos. Vuelve a triunfar.

Máscaras en todas las emociones, agujeros fugaces de apariencias. ¡Cómo deseo vaciarme, dejar salir la maldita autodestrucción, la locura y la soledad!

Tú, mi querido animal de odio, mi enemigo interno, deja de saborear mi dolor. Deja de escupirme tu crueldad. Duplicidad enfermiza, deja de acogerte en mí.

Las cicatrices no funcionan, él necesita nuevas heridas…

domingo, 20 de abril de 2014

Somos más.

Somos partes pequeñas. Él me une hacia su ser, yo confundo su razón.

Somos volubles al respirar nuestro amor, somos volubles si nos envolvemos de nuestros sabores, de nuestros abrazos. Convertimos cada beso en un universo, tranquilo, imperturbable. Unimos caricias como constelaciones, rozar nuestros labios y mirarnos a los ojos se convirtió en lo más cercano que se tiene para alcanzar una estrella.

Somos un estallido en cada fijación. Los susurros en el oído se volvieron la mejor comunicación. Nos evaporamos al tomar nuestras manos. Lo sabemos todo si estamos juntos.

Somos tormentas. Resbalamos, gritamos, nuestro temperamento se puede apoderar de nosotros pero volvemos a amarnos. Cada dificultad la destruimos. Sabemos que somos capaces de lo inexplicable.

Somos una vida. Porque si de amor se trata nos apoderamos de galaxias, viajamos en cada palabra dicha con una razón, con innumerables sentimientos, con vastos deseos y brazos queriendo apoderarse del otro.

Amo lo que él es y realmente amo excesivamente lo que somos.


Me parto entre temores.

Me parte la duda, me parte tu presencia, me parte cada sentimiento que me haces sentir.
No se puede decir que me llenas. Todo amor se vuelve momentáneo. Te puedo decir que toda va bien, te puedo afligir con una sola palabra frígida, puedo estallar en tu mente, dar círculos y jamás parar la angustia.

Escurro entre calvarios. Mi mente es lo único que puede hacer; extender la ansiedad. Me arriesgo ante ti, no puedo ofrecerte mucho, mis temores te abrazan y te arrastran hacia mí.
¿Coraje y dolor? No te los puedo demostrar, sin embargo, alimentas a mis monstruos.

Te quiero y te hago sufrir, esa es la peor parte.

Un pasado esfumado.

De nuevo aquí, extrañando lo anterior a mí. Sigue y sigue avanzando monstruosamente el segundero. La gotera del lavamanos hace más grande su sonido, su eco, tratando de avisar que rápidamente todo se esfuma.

¿Cómo puede ser? Sigo añorando mis años inocentes, las largas risas en un hogar, el caluroso afecto que se siente al expresar un “te quiero”, uno sincero, de esos que sólo son pocos a lo largo de la vida, que no se deben de desperdiciar con palabras secas, sino devolver todo el cariño que esta palabra encierra.

Pero como buen ser humano, algún día llegas a la punta de la montaña y allí te quedas. Sin hacer nada. Sólo pensando, pensando en cómo pudiste dejar que los buenos y más mejores momentos se te escaparan así de rápido.

Cuando cerraste los ojos se construyó la pesadilla, y, ahora, al tenerlos abiertos la vives con amargura y dolor, como un letargo mortal.