viernes, 1 de abril de 2016

Nada.

Dejo algo de orgullo en mis ojos.

Escupo blasfemias a quienes me arrastran a la culpa.

Pienso en múltiples escenarios mediocres sobre dejar de existir.

Respiro e inhalo, y me gustaría dejar de hacerlo.
Espero delante de mi espejo, me repito los escándalos en mi cabeza y me alarmo por la fuerza en la que me lastimo.

Sollozar en mi interior y gritar por los ojos.

Increible que nadie se da cuenta  del ruido que causo al rasgar la ansiedad.

Ostigarme como lo hacen mis pensamientos, quiero llegar al último empujón de no ser...

Nada.

domingo, 3 de enero de 2016

Diario de un deprimido

¿Y si envejezco absurdamente? ¿Y si los miedos nos abrazan hasta en los rincones?
Repítele a mi alma que no utilice jeringas llenas de agobio. Suplícame soltar las armas.
Ya no es importante tener una compañía adecuada, quiero mi compañía. Quiero sonreírme, llenarme de mi propia existencia, extasiarme por fin de una gran alegría que me haga llorar. Quiero ser yo mi propia importancia, acabar con las estruendosas palabras dichas por mí y por los que no valieron la pena. Ansío cavar la fosa abismal y tener el valor de soltar el pasado aterrante. Me gustaría desatar palabras obstruidas en mi garganta, que me sea fácil gritar, soltar mis emociones sin que mi voz se congele. Deseo que me escuchen. Deseo amarme.
Lívida soledad, obedientemente odio hacerte caso. Suelto mis tristezas y me obligas a culparme. Mi oscuridad está creciendo, saboreo la agonía de unas llagas palpadas de lágrimas, ¡es tan horroroso no sentir alivio!
No comprendo la obsesión de marcar mis cicatrices. ¿Qué habrá después? ¿Qué pasará? ¿Qué ocurre si dibujo una línea vertical en mi muñeca? Es caprichoso, pero cada día espero una oportunidad para intentarlo. Intentar pensar que no será tan duro y al cabo de unos segundos todo se borrará.  
Descuida, hoy no me aniquilaré. Hoy sólo lluevo tinta.

Individuo putrefacto

Yo te escucho, te miro, te analizo y sigues pareciéndome despreciable, insustanciales tus gestos, ridícula avaricia tuya de quererte ver como lo magnífico.
Pésima y errónea soberbia la que cargas arriba de tu cabeza. Dices tener ideas pero no piensas ni entiendes lo que ocurre a tu alrededor. Masticas, mutilas y escupes tus errores, ninguna pizca de sensatez existe en ti.
Claramente sigues desfigurándote a ti mismo, por ningún motivo dejarías que alguien te encuentre, no podrías ser diáfano porque te mata lo que eres, pestífera alma mediocre y pretenciosa.  Vergüenza honda y desgarrante te consume, la ocultas debajo de ti, la pisas para no dejar rastro de tu perfidia.
Lanzas fuego en cada mirada. Si ardes quieres que todos ardan contigo. Te piensas con gran benevolencia, sacudes y expandes tu propio dolor en cualquier persona ajena a ti, tú no quieres sentirlo, odias sentirlo y por eso escandalizas ese dolor en alguien más.
Y qué bien que aún no logras entender ninguna cuestión de mejora, así no te encuentras entre arrebatos y por momentos te crees tu falsa autoidolatría. Solamente ve despacio y goza tu momentánea alegría, tu ego puede esconder tu pedante carácter pero no basta sólo con ser bueno contigo.

sábado, 2 de enero de 2016

Me gustas

“Me gustas”.
Y de repente, esas palabras ya no son creíbles por cualquier persona.
De repente se vuelven vacías y podría decirte “no, no te gusto”.
Falta que me mires cuando soy “sólo yo”.
Falta que me escuches cuando estoy furiosa.
Falta que me mires saltar de emoción con las cosas que me hacen feliz.
Falta que me mires llorar como cuando tenía cinco años.
Te falta conocerme.

Si te gusto, te gusto completa y no a medias.
Si te gusto, te gusta oírme gritar y no sólo mi cuerpo.
Si te gusto, me escucharías hasta dormir y no sólo cuando me besas.


Si te gusto, te invito a que no formes parte de la pila de recuerdos de mi cajón olvidado.
Si te gusto, grítalo, grítalo y siéntelo de verdad.

Me gustan las personas que dicen lo que en verdad sienten.